I

Gestar una manera constructiva de lo pictórico es lo que podría definir a Desentierros. Bajo un método serial de producción —un signo ya distintivo del corpus de obra del artista— se enlazan los veinte cuadros que componen la más reciente investigación pictórica de Martín Daiber. En esta muestra, el hecho que destaca de modo fundamental es la transformación radical del proceso de construcción pictórico: cada una de las telas ha sido confeccionada a partir de otras telas y retazos, fragmentos todos extraídos de los cielos de las antiguas casonas de Santiago. En estricto sentido, no asistimos a una serie de pinturas, sino a una serie que se inscribe en un singular régimen de lo pictórico; un régimen técnico de composición, en el cual el dibujo, las formas y las coloraciones van recortando sobre la tela un plano a veces geométrico, a veces figurativo y, en algunas ocasiones, directamente abstracto. Toda la composición a nivel visual y procesual está determinada por la disposición de los fragmentos, distintas telas enyesadas y craqueladas, retazos plegados y adheridos, van trazando contornos en la planitud de la superficie. El influjo arquitectónico de los recursos y el modo pictórico-textil, hacen que estas obras exhiban ellas mismas el procedimiento de construcción que las constituye.

 

II

En cada uno de estos Desentierros emerge un símil de representación arqueológica, una especie de imagen-simulacro extraída y presentada como el vestigio ancestral de una cultura ya extinguida. En las obras de Martín se hacen notar máscaras, miembros y cabezas, todo un imaginario étnico y premoderno que alude a un primitivo hallazgo textil. En efecto, tanto la síntesis formal y cromática, acentúan el carácter irónico de las imágenes a las que da vida la manipulación residual de la superficie. Las obras producen y, al mismo tiempo, se incorporan a esa distancia que emerge entre la percepción del efecto arqueológico y el procedimiento de confección que ha tenido lugar en cada una de ellas. Una disociación entre el contenido formal y la producción misma de la figuración, es lo que determina con mayor fuerza esta serie de telas. El hallazgo, si podemos hablar así, es el procedimiento mismo, la maniera constructiva con la que ha operado el artista, y con la cual ha logrado cargar a la imagen pictórica de un “tiempo ancestral”, un tiempo del que no hay memoria ni relato posible. Esto es, quizás, uno de los elementos que más enriquece la recepción de las obras de Daiber, y es que cada una de sus telas logra encerrar —bajo un riguroso procedimiento técnico—  algo así como una imagen del tiempo en su dimensión cultural e histórica.

 

III

La extracción de los recursos y la precariedad material de éstos testimonia un verdadero paso del tiempo, pero es un tiempo del desgaste doméstico y de la ruina arquitectónica, nada parecido al efecto arqueológico y patrimonial que la imagen de las telas exhiben finalmente. Ésta dicotomía, cuidadosamente elaborada, deja sentir la distancia como una distancia temporal —detenida y extendida— entre la imagen y los retazos que la componen. La puesta en presencia de los recursos y su remisión arquitectónica, construyen una doble temporalidad en el cuerpo mismo de la imagen. No se cautiva a la mirada con lo que se esconde tras las formas, por el contrario, se la seduce con la exhibición de su condición de formas, su artificial y desnudo proceso de formación.
 

César Vargas

 

Obras:
1. Máscara
100 x 70cm

Pintura, yeso y tela, sobre tela.

2015

2.Doble Acción
100 x 70cm

Pintura, yeso y tela, sobre tela.

2015

3.Durmiente

100 x 70cm

Pintura, yeso y tela, sobre tela.

2015